EL HUNDIMIENTO DEL TERCER DEPÓSITO DEL CANAL DE ISABEL II EN 1905

Ene 10, 2018 | Distrito, Pasado | 1 Comentario

A finales del siglo XIX Madrid se había convertido en una metrópoli moderna que cada vez precisaba mayor cantidad de agua para el consumo y la industria. Ante la insuficiencia de los dos depósitos del Canal de Isabel II se hizo necesaria la construcción de un tercer depósito para el almacenaje de las aguas, de capacidad mayor que los existentes. Se calculó para 450.000 m3, capacidad que implicaba unas enormes dimensiones para la construcción, que condicionaba los materiales y sistemas de cubierta a emplear.

El emplazamiento elegido fue el denominado Campo de los Guardias, que es el situado hoy entre las calles San Francisco de Sales, Santander, Islas Filipinas y Pablo Iglesias.

De 1893 a 1897 se trabajó en la excavación del vaso, se realizó la consolidación del suelo en 1900 y en 1903 se adjudicó la contratación de la obra, que fue proyectada por el ingeniero José Eugenio Ribera. Era la mayor cubierta construida hasta entonces en España, con 339 metros de largo por 216 de ancho; el material empleado en la bóveda era hormigón, un material entonces novedoso.

La obra se encontraba ya muy avanzada cuando dos días después de realizar una prueba de carga, el ocho abril de 1905 a las 7.30 de la mañana se hundió una parte de la cubierta. Participaron en los trabajos de desescombro y rescate voluntarios vecinos de Cuatro Caminos y estudiantes de la Escuela de Minas, guardia civil, bomberos y una compañía de zapadores del Ejército. Visitaron el lugar el alcalde, el Ministro de la Guerra y el Rey. Murieron veinticuatro obreros -treinta, según algunas fuentes- y sesenta sufrieron heridas. 

 

 

La repercusión de la tragedia fue inmensa. La opinión pública, y en especial las clases populares, atribuyeron la catástrofe a los ahorros de la empresa contratista, en detrimento de la seguridad de los trabajadores. “El Socialista” calificó lo ocurrido de crimen patronal, e hizo un llamamiento a conseguir que las familias de las víctimas recibieran cuanto antes las indemnizaciones señaladas en la ley de accidentes de trabajo, a exigir las responsabilidades de las empresas y a hacer perdurar el recuerdo y la memoria del desastre y sus víctimas. Se celebró un mitin de protesta, en el que habló Pablo Iglesias. Las Sociedades Obreras solicitaron autorización para realizar una manifestación de duelo, autorización que fue inicialmente concedida y después denegada por temor a desórdenes públicos, porque una concentración de protesta en Cuatro Caminos acabó con un muerto y varios heridos. Finalmente la manifestación solicitada pudo celebrarse el domingo de Semana Santa, en la Plaza del Progreso, con gran asistencia. La suscripción para atender a las familias de las víctimas llegó a primeros de mayo a quince mil pesetas.

Fueron procesados por el accidente el Director del Canal, el director de la obra y el ingeniero de caminos José Eugenio Ribera, acusados de negligencia en los estudios de carga. Se celebró el juicio entre los días 1 y 8 de abril de 1907, alegándose por la defensa que la causa fueron las altas temperaturas, que afectaron a la cubierta. Asumió la defensa de Ribera Melquíades Alvarez, y declaró como perito José Echegaray, premio Nobel de literatura del año anterior, que además de autor teatral era ingeniero de Caminos, quien defendió que el hundimiento fue provocado por una ola de calor no previsible en aquella época del año. La petición de la Fiscalía fue de seis meses de arresto a cada uno de los acusados, y una multa de 2.500 pesetas por cada uno de los 30 obreros muertos, y entre 25 y 2.000 pesetas por los heridos. La sentencia fue absolutoria.

La Revista de obras Públicas, al relatar lo sucedido, había expresado que “las grandes obras llevan consigo, por los errores inevitables de los hombres, o por causas inexplicables para su inteligencia en donde intervienen las fuerzas ciegas de la naturaleza, grandes catástrofes”. No fue el único accidente en los inicios del uso del hormigón armado: los hubo en 1982 en Praga, en 1900 en París, con motivo de la Exposición Universal, y en 1906 en Basilea.

El tercer depósito fue acabado en 1915 por el ingeniero Parrello empleando pilares, arquerías y bóvedas de cañón en ladrillo, método de construcción tradicional.

 

 Pueden consultarse más detalles sobre el accidente, su repercusión, el proceso judicial en los artículos “1905: Tragedia Laboral en Madrid”, de Mauricio Panadero, en la revista Madrid Sindical, de CCOO, y “El hundimiento del Depósito de Aguas de Madrid en 1905 y los socialistas”, de Eduardo Montagut, en Historia y Vida; y especialmente sobre las cuestiones técnicas, el estudio “El hundimiento del tercer depósito del Canal de Isabel II en 1905”, de Eduardo Díaz-Pavón Cuaresma, en la colección Juanelo Turriano de Historia de la Ingeniería, que puede descargarse.

 

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