José María Carrascal Vázquez
Esa noticia bastante recurrente, que alarma con cierta frecuencia al ciudadano madrileño, surgió otra vez en Chamberí: se consumó el derribo de otro edificio histórico, el Taller de Precisión de Artillería en Raimundo Fernández Villaverde, como se informó puntualmente en este boletín.
Las acciones judiciales y de protesta de Ciudadanía y Patrimonio, de ‘El Organillo’ y de otras organizaciones no pudieron evitarlo. Quizás, aunque el proyecto fuera conocido con bastante antelación, no había motivado suficientemente a la vecindad la pérdida de este espacioso complejo militar, compuesto de varios pabellones de meritoria traza y construcción, un tanto oculto por una cerca perimetral con su significativa rejería y con una actividad poco conocida. Ahora queda la demanda y vigilancia de esos obligados espacios de uso público que la Cooperativa Residencial Maravillas tiene que respetar.
No habría que esperar a que actuaciones como ésta sean las que llamen la atención sobre alguno de esos singulares edificios, que abundan en Chamberí; hay que conocerlos y valorarlos desde siempre.
Con la responsabilidad del buen vecino, que ha de ser conocedor y defensor del patrimonio de su entorno, o con la curiosidad del viandante no urgido, o con el disfrute del paseante contemplativo ante una atractiva fachada, la estancia en la pequeña plaza recoleta, o en una zona verde cuidadosamente mantenida.
Con visitas guiadas o auxiliado de guías de arquitectura o de algún manual de interpretación de las diversas manifestaciones arquitectónicas, puede adquirirse una práctica gratificante y enriquecedora.
Lo que en buena medida ya ejerce quien, sin casi referencias, se va fijando y hasta se detiene observando y cavilando en torno a un edificio o a un espacio urbano especial. Pongamos un ejemplo, conocido de todos: el Hospital de Jornaleros (o de Maudes, actual sede de la Consejería de Transportes, Vivienda e Infraestructuras de la Comunidad); elección intencionada pues en este caso, a principio de los años ochenta, la presión ciudadana, «Salvad Maudes» y la decisión del gobierno de la Comunidad lograron conservar para Madrid esta construcción indudablemente ejemplar. Y también es oportuna la cita, por haberse cumplido el pasado año su primer centenario, conmemorándolo con un ciclo de conferencias sobre su autor, el prolífico arquitecto Antonio Palacios.
Dictadas in situ (Centro Cibeles, Circulo BBAA, Cervantes…), al Hospital de Maudes, excepcionalmente, le correspondieron dos; y es que su acertada rehabilitación por una parte y por otra la laboriosa restauración de sus artes aplicadas, convocaron la presencia del arquitecto Andrés Perea y del especialista en cerámica Antonio Perla para exponer detalladamente sus logrados trabajos. Pero es que ya desde fuera y desde lejos, cuando se avista, subiendo o bajando por la calle Raimundo Fernández Villaverde, incluso habiendo pasado con cierta frecuencia por allí, llama la atención ese conjunto de edificaciones tras una cerca de piedra, con apariencia de moderna fortaleza, sobresaliendo las torres con sus pináculos, lo que fue un modélico hospital para jornaleros por la decisión de una dama benefactora.
Es historia bien conocida que fue el impresionante Palacio de Comunicaciones, que entonces habían comenzado a construir en el centro de Madrid, tras ganar el correspondiente concurso, dos jóvenes arquitectos, compañeros de estudios,( Antonio Palacios y Joaquín Otamendi) lo que propició el encargo del Hospital: de ahí el cierto parecido de soluciones eclécticas, que en esa época proyectó Palacios. Al acercarse puede apreciarse la intencionada rugosidad del granito, a la vez que el detalle de alguna cerámica ensamblada (Daniel Zuloaga), o las distintas y representativas entradas a la construcción. Ya dentro, tienen especial interés por un lado la bóveda con sus vidrieras y las del ábside de la conocida firma Maumejean en una luminosa capilla y por el otro, recuperadas estancias, biblioteca, patios ajardinados, profusión de cerámicas en pasillos y escaleras; merece la pena conocerlo bien. Así como otros edificios singulares y monumentos que hay en Chamberí y que van señalando la identidad de sus barrios.
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