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Por Pilar Rodríguez, portavoz de la Asociación Vecinal ‘El Organillo’

Querida Almudena:

Perdona que me dirija a ti con esta familiaridad.

A pesar de que no tengo el placer de conocerte personalmente, es como si te conociera de toda la vida.

Has escrito tanto que tus libros y tus columnas han estado presentes en cada año de nuestras vidas. Se ha escrito tanto de ti, que conocemos tu vida y tus andanzas como si fueses de nuestra propia familia. Incluso llegamos a saber más de ti que de nuestras hermanas.

Se cuenta que has andado mucho por mi barrio, Chamberí.  Tanto que parece como si fueses nuestra vecina. Puede que quien te veía pasear por nuestras calles no reparase en que estabas buscando detalles para tus novelas en las que, algunas veces, aparece nuestro barrio. O puede que estuvieses buscando una pequeña tienda de esas casi desaparecidas que, según dicen, tanto te gustaban y que en ocasiones describes en tus escritos.

Cuando esas tiendas desaparezcan completamente, arrasadas por la falsa modernidad, las gentes que lean tus libros crearán en sus cabezas imágenes del Madrid desaparecido.

Nos has enseñado las vidas de multitud de personajes de todo pelaje, pero sobre todo has tenido una sensibilidad extraordinaria para describir la vida de los perdedores, los perseguidos, hombres o mujeres, que en tus libros aparecen en toda su miseria y toda su grandeza.

Dicen que eras admiradora de Galdós. Me lo creo. Yo también lo soy.

A ti, lo mismo que a Galdós , e os lee con mucha facilidad. Sois grandes quienes escribís con ese lenguaje que entiende y atrapa al lector, a cualquier lector. Sois grandes quienes no escribís pensando en los “culturetas” que redactarán crónicas o comentaran en sus reuniones acerca de lo bien que domináis el lenguaje. ¡Como si escribir con palabras accesibles no fuese dominar el lenguaje!

Dicen que eras una mujer valiente. Por tus columnas sé que es así. No te has callado ante las injusticas ni ante las tonterías de los poderosos. Algunos te odian por ello y otros te queremos por lo mismo.

Ser una escritora de éxito no te hizo perder la cabeza. Por lo que he podido ver, has sabido estar en las alfombras donde se recogen los premios y en las sedes de las pequeñas asociaciones  donde se ayuda y nos ayudamos a defender nuestros derechos. Has sido –eres– el orgullo de la Asociación de mujeres Nosotras Mismas de Chamberí a las que diste voz en alguna ocasión.

Han escrito mucho de ti los que te odian y los que te quieren. Ganan por goleada los que te quieren. Los que te odian, los que te odiaban, no merecen ser tenidos en cuenta. Ni siquiera los que desde los gobiernos del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid  han tenido el mal gusto de no dedicarte unas palabras a ti o de condolencia a tu familia.

Admirada Almudena, no nos morimos del todo mientras alguien se acuerda de nosotros. Los seres normales morimos pronto. Mis abuelos desaparecerán el día que muera yo, porque no quedará nadie que se acuerde de ellos.

Tú seguirás con nosotros porque tus muchos lectores actuales y futuros disfrutaran y sufrirán con las historias que nos cuentas.

Sigues aquí, aunque ya no estás. De ahí que hablar de ti y contigo en presente y en pasado no sea una confusión sino una decisión.  Aunque ya no estás para que los tuyos te abracen estás para que los lectores leamos y fabulemos nuestras versiones de tus historias.

Echaremos de menos tus libros, aunque a los que nos gusta releer  los extrañaremos menos porque cuando relees,  mágicamente,  el libro no es el mismo que ya habías leído.

Seguro que tú también lees y relees. Me atrevo a recomendar a los lectores: cuando os falte lectura de Almudena Grandes haced la prueba de volver a leer algo ya leído. Releer es una de las mejores experiencias del lector.  

Descansa en paz, Almudena Grandes.

Pilar Rodriguez.

4 de diciembre de 2021